

Desde hace años, activistas sociales y productores locales han denunciado los graves efectos de la expansión del modelo agrícola menonita en el sureste mexicano, particularmente en Campeche y Quintana Roo, donde la agricultura convencional basada en agrotóxicos y deforestación ha generado severas afectaciones al medio ambiente y a la vida silvestre.
Uno de los principales indicadores del deterioro ambiental ha sido la muerte masiva de millones de abejas, una tragedia que evidencia la profunda alteración de los ecosistemas y una amenaza directa para la apicultura, una de las actividades tradicionales más valiosas del territorio yucateco, reconocida incluso en mercados selectos de Europa.
El uso indiscriminado de herbicidas e insecticidas altamente tóxicos, acompañado de la tala de miles de hectáreas de selva, permite a este modelo agrícola alcanzar altos rendimientos, pero a costa de la vida, la salud del suelo, el agua y la cultura local.
Este fenómeno ha sido calificado por voces del territorio como una verdadera “agricultura de muerte”, que prioriza la ganancia económica por encima del equilibrio ecológico y los derechos de las comunidades originarias. Activistas denuncian además que este modelo no solo ignora la legislación ambiental, sino también la cosmovisión maya, que entiende la producción agrícola como una actividad sagrada y vinculada al respeto por la vida.
“¿De qué sirve producir en un territorio sagrado si se contamina el agua, se aniquilan las abejas y se destruye la forma ancestral de cultivar de los pueblos mayas?”, se preguntan integrantes de colectivos locales.
La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) ha clausurado diversos predios donde se ha documentado la deforestación masiva y el uso de prácticas prohibidas, dejando en evidencia el incumplimiento de las leyes ambientales mexicanas por parte de quienes promueven este tipo de producción intensiva.
A pesar de estas acciones, la presión sobre el territorio maya continúa, pues los menonitas siguen adquiriendo tierras en nuevas zonas, ampliando su presencia y desplazando prácticas tradicionales de agricultura respetuosa con el entorno.
Productores locales de Campeche y organizaciones ambientales advierten que la combinación entre la deforestación, la contaminación del manto freático y la pérdida de biodiversidad podría poner en riesgo el futuro de amplias zonas del sureste mexicano.
En medio de esta crisis, las abejas se han convertido no solo en víctimas, sino en símbolo de resistencia frente a un modelo de producción que amenaza con destruir el equilibrio natural que por siglos los pueblos originarios han sabido preservar.
Uye’extun tun tsikbal bejla’e